Al límite de la
locura
Nunca me había dado cuenta cuán rápido vivía, hasta que tuve
que detenerme.
Los instantes de placer hacían que mi corazón palpitara a tal
punto que creía que explotaría, una sensación cargada de euforia corría por mi
cuerpo mientras que los sentimientos de tristeza y agonía se hacían más
fuertes. La multitud de gente a mí alrededor me recordaba que la situación era
de vergüenza más no de satisfacción. Me encontraba en un revuelto de personas
en donde la artista principal era yo, una joven que creía ser el centro del
universo, una joven que anhelaba ser escuchada, una joven que quería ser amada
pero que nunca lo logró. Un sin fin de
acciones afectaban mi situación actual, una situación llena de erotismo que
bajaba cada vez más mis ánimos de vivir, una situación que a nadie le importaba
por el simple hecho de ser una prostituta, una prostituta cansada de los mismos
vagabundos, borrachos, gente buscando gozo y deleite. Cansada de los abusos y el
maltrato, cansada de estar incrustada en el mundo de las drogas y el alcohol.
Agotada de vivir siempre con la misma rutina empedernida que me tocó vivir por
obstinada y testaruda. Agotada de vivir esta vida que nunca quise para mí, pero
que por desear todo al máximo termine ahí.
La impotencia de mi ser desdeñaba mi cuerpo y espíritu,
degradaba mi persona dejando un mal sabor que no podía cambiar por más que
quisiera, por más que mi corazón lo pidiera, por mas que mi mente tratara
de conseguirlo. Me sentía destruida por dentro y encapsulada en una orbe de la que
no me arriesgaba a salir. La aflicción no me dejaba en paz, mi cabeza
estaba por estallar, no aguantaba más todo ese sufrimiento que yo misma había
buscado y que por cuestiones de subsistencia nada favorables había hallado.
Todas las perturbaciones mentales
estaban causando en mi un estado de delirio, a tal punto de que pensé que vivía
una realidad llena de alegría, pero que al final resultaron ser solo ilusiones
vanas que no ayudaban en lo más mínimo, pensé que mi existencia regia mi vida,
pero con el paso del tiempo reflexioné y me di cuenta de que yo misma era la
que conducía y hacia marchar mi vida. Pensamientos de desatino llegaron a mí en
el momento menos esperado, momento en el que esperaba dar algo más de mí,
momento en el que intenté recuperarme, pero que nada de esto funcionó por el
simple hecho de que definitivamente mi alma y cuerpo no podían dar más de sí.
Espere algún tiempo con la
esperanza de que algo cambiara, sin embargo, todo seguía igual, mi vida era vacía
y no tenía sentido, no había una razón para subsistir, pues la única por la que
aguante tanto tiempo fue por mí, pero supe que todo en mí ya estaba perdido,
que todo en mí se había derrumbado y llegado a su fin. Desprecié mi vida sin
darme cuenta de lo que hacía, desaproveche tantas conveniencias y oportunidades
que ¿para qué seguir viviendo? me hallaba en un precipicio, un abismo donde
solo había mas dolor, ira y tristeza, en donde la felicidad no tenía lugar. Sin
atormentarme más tomé mi vida con la fortaleza y firmeza que nunca tuve para
salvarla pues mi vida estaba al borde de la locura.