miércoles, 21 de mayo de 2014

Al límite de la locura


Nunca me había dado cuenta cuán rápido vivía, hasta que tuve que detenerme.


Los instantes de placer hacían que mi corazón palpitara a tal punto que creía que explotaría, una sensación cargada de euforia corría por mi cuerpo mientras que los sentimientos de tristeza y agonía se hacían más fuertes. La multitud de gente a mí alrededor me recordaba que la situación era de vergüenza más no de satisfacción. Me encontraba en un revuelto de personas en donde la artista principal era yo, una joven que creía ser el centro del universo, una joven que anhelaba ser escuchada, una joven que quería ser amada pero que nunca lo logró. Un sin  fin de acciones afectaban mi situación actual, una situación llena de erotismo que bajaba cada vez más mis ánimos de vivir, una situación que a nadie le importaba por el simple hecho de ser una prostituta, una prostituta cansada de los mismos vagabundos, borrachos, gente buscando gozo y deleite. Cansada de los abusos y el maltrato, cansada de estar incrustada en el mundo de las drogas y el alcohol. Agotada de vivir siempre con la misma rutina empedernida que me tocó vivir por obstinada y testaruda. Agotada de vivir esta vida que nunca quise para mí, pero que por desear todo al máximo termine ahí.

La impotencia de mi ser desdeñaba mi cuerpo y espíritu, degradaba mi persona dejando un mal sabor que no podía cambiar por más que quisiera, por más que mi corazón lo pidiera, por mas que mi mente tratara de conseguirlo. Me sentía destruida por dentro y encapsulada en una orbe de la que no me arriesgaba a salir. La aflicción no me dejaba en paz, mi cabeza estaba por estallar, no aguantaba más todo ese sufrimiento que yo misma había buscado y que por cuestiones de subsistencia nada favorables había hallado.

Todas las perturbaciones mentales estaban causando en mi un estado de delirio, a tal punto de que pensé que vivía una realidad llena de alegría, pero que al final resultaron ser solo ilusiones vanas que no ayudaban en lo más mínimo, pensé que mi existencia regia mi vida, pero con el paso del tiempo reflexioné y me di cuenta de que yo misma era la que conducía y hacia marchar mi vida. Pensamientos de desatino llegaron a mí en el momento menos esperado, momento en el que esperaba dar algo más de mí, momento en el que intenté recuperarme, pero que nada de esto funcionó por el simple hecho de que definitivamente mi alma y cuerpo no podían dar más de sí.

Espere algún tiempo con la esperanza de que algo cambiara, sin embargo, todo seguía igual, mi vida era vacía y no tenía sentido, no había una razón para subsistir, pues la única por la que aguante tanto tiempo fue por mí, pero supe que todo en mí ya estaba perdido, que todo en mí se había derrumbado y llegado a su fin. Desprecié mi vida sin darme cuenta de lo que hacía, desaproveche tantas conveniencias y oportunidades que ¿para qué seguir viviendo? me hallaba en un precipicio, un abismo donde solo había mas dolor, ira y tristeza, en donde la felicidad no tenía lugar. Sin atormentarme más tomé mi vida con la fortaleza y firmeza que nunca tuve para salvarla pues mi vida estaba al borde de la locura.