sábado, 2 de agosto de 2014

HOY HE VUELTO A EXTRAÑARTE-PARTE II


20 de junio del 98


A veces la vida es algo irónica, aunque pienso que en eso le gano yo. Hace unos días tarde de la noche vagaba sin rumbo fijo pensando en qué hacer para olvidarte. Vi a lo lejos una gran cantidad de luces colgadas de árboles. Me acerqué, había varias parejas caminando cogidas de las manos observando las luces que se asemejaban a un millar de luciérnagas volando alrededor de los cerezos; algunas solo hablaban y coqueteaban, al parecer aún se estaban conociendo; otras se besaban, o para dejártelo más gráfico logré ver detalladamente cada una de sus lenguas; Otras se dirigían a sus autos y no precisamente a manejar, lograba percibir pequeños gemidos en su dirección. Algunas lágrimas lograron escaparse de mis ojos deslizándose por la mejilla hasta el mentón, no podía evitar observar cada detalle de lo que estaba pasando frente a mis ojos. Anhelaba tenerte entre mis brazos y decirte lo mucho que te amo, besarte pero nada parecido a como lo hacían los que me rodeaban, quería hacerlo con cariño, sin prisa, sin pudor, dulcemente. Quería sostener tu mano sin sentirme estúpido por hacerlo, ya sabes lo tierno y cursi no es lo mío, pero quería intentarlo. Quizás ese fue uno de los detalles que me hicieron falta para que te quedaras, solo quizás. Te debes estar preguntando si hoy me pasó lo mismo de siempre, y sí lo admito hoy te he vuelto a extrañar.

26 junio del 98

Hay instantes en que pienso si mi vida vale la pena vivirla, siento que no tengo una, respiro porque mi cuerpo lo hace sin que me dé cuenta. Pienso que tal vez no hay un lugar para mí. ¿Para qué vivimos? Es difícil responderla cuando te das cuenta que no vives porque quieres, sino porque te figuró, solo porque a una pareja se le ocurrió la genial idea de traer a alguien al mundo para que viera lo difícil que es la vida, para que viera las tristezas de la humanidad, la inseguridad y el abandono. Me decepciono cuando a veces de lo aburrido que estoy prendo la televisión para ver las noticias, solo muestran catástrofes cosas atroces, preferiría que mostraran mil parejas homosexuales teniendo sexo. Entonces imagino si me hace falta un cambio de ambiente, al parecer necesito algo de vida social, eso sería sencillo si tuviera amigos. Solo te tenía a ti. Como siempre todo se resume a ti y como extrañarte se ha convertido en mi monotonía.

1 noviembre del 98

Ha pasado ya un tiempo sin haberte escrito, pero aun así te extrañé cada día. Conocí a alguien, fue extraño, estaba sentado en mi cuarto observando por el portillo, te recordé, así que fui al sendero que conduce a nuestro jardín secreto, esta vez tuve la valentía de entrar, al parecer el dueño había puesto una malla con púas, me las arreglé para pasar por encima. Caminé y recorrí todo el jardín, pasé por las estatuas monumentales de las bailarinas, por el pequeño camino que daba al lago de gansos, allí estaba ella dándoles de comer. Me sorprendió la fina silueta que dibujaba su contorno, su pequeña cintura, su cabello castaño claro ondulado que caía por un lado del hombro, sus labios rosa pálido delineados por un tono algo rojizo, su pequeña nariz de botón, sus largas pestañas y cejas definidas. Estaba perplejo viendo semejante belleza, ella se dio cuenta de mi existencia, pero no se exaltó, no se asustó, se dirigió hacia mí con una sonrisa mientras alzaba su brazo para saludarme con el contoneo de su delicada mano. Entonces me acerqué. Las palabras que me dirigía hacían dar a entender que me conocía hacía tiempo, aunque no le estaba prestando mucha atención hasta que mencionó las muchas veces que nos vio “jugando desnudos” entre las gardenias del jardín desde el balcón de su cuarto. Mi única reacción fue de asombro acompañada de una sonrisa de vergüenza. sí antes estaba perplejo ahora estaba petrificado, no sabía que decirle o como mirarla, ella se limitó a burlarse sin que fuera grosero. Me invitó a salir y no pude negarme.

la primera cita fue algo sutil, lo suficiente para mí. Caminamos reímos, jugamos y comimos. Me sentía algo raro, era la primera vez que salía con alguien sin que el sexo fuera la culminación de la cita. De vez en cuando me escabullía al jardín y subía meticulosamente a su cuarto en las noches donde nuestros encuentros eran cada vez más subidos de tono, pero, nunca cruzamos el límite del coqueteo intenso y hasta me atrevería a decir algo erótico. Cada vez me sentía más vivo, incluso algo contento. su sonrisa era mi medicina, aunque me recordaba algo a ti. Incluso el vacío aunque no se llenaba ya no lo sentía, entendí que viví tanto tiempo en tus sueños que olvidé los míos, eso me hizo entender casi a madrazos esta bella chica que con el tiempo logró enamorarme, aunque aun me pregunto ¿Es posible enamorarse mas de una vez? tal vez luego intente resolver esa duda. Para cuando los pequeños detalles ya no eran suficientes para hacerla sonreír y mi amor por ella era cada vez mayor llegó una postal con un jardín plasmado en ella, en el reverso estaba escrito finamente:

"si recibes esta postal es porque me he suicidado, el porqué no te lo diré, ni tampoco intentes buscar una respuesta. No lo hice por ti, mucho menos por mi, simplemente yo ya no tenía cabida en este mundo.  Sinceramente espero que llegue la persona que logre reemplazar el dolor que sientes, ya que yo no pude y seguramente lo aumente con esta noticia."
posdata: no me extrañes.
(Continúa)