LETRAS, DESPUÉS PALABRAS
Una simple hoja de papel blanca, manchada poco a poco por la tinta que desciende
de una pluma que plasma letras y forma palabras, que inquieta al escribir
frases punzantes escritas con lamento, con clamor, con amor y con pasión, con
razón y con delirio, con manía y con paciencia. Que actúa como medicina para
algunos, como veneno para otros, que desespera letra a letra al lector, que
satura de insomnio la tranquilidad alrededor, que actúa sobre la inmutable paz,
que aliena al más loco de los cuerdos, que entre cicatrices y arrugas es
irónico que se escriba con una pluma, que con la tinta negra no puede ser otra
cosa más que la mismísima locura, que atormenta incluso al más dichoso, que
perturba toda calma y quietud, que trastorna al cuerpo con pudor, que agita
igual que el viento el alma, el corazón y las entrañas. Que llena de toda
comprensión cualquier desacuerdo, cualquier desavenencia y cualquier
obstinación. Que sin lugar a dudas ponen el mundo al revés de aquel que es un
demonio y un ángel a la vez.
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