lunes, 4 de mayo de 2015

LA NOCHE  



  Y entonces luego de aguantar el arduo día llega la noche, sí señor. Cuando el sol se esconde entre las cordilleras y sus rayos se vuelven débiles, cuando su luz se torna roja y las nubes le siguen cambiando su color, cuando los vientos cambian a frío y dejan el calor del sol, cuando el cielo oscurece casi a negro, las estrellas aparecen y dan vida, algo de iluminación posterior, las luces se encienden una en una iluminando la ciudad, una inmensa torre ilumina el centro con sus largas luces que proyectan imágenes y a lo lejos al final desaparece el sol. Es la noche, sí señor. Es casi como magia, cuando desde el mirador  todo cambia en un instante, como si la noche tumbara la luz del sol y reclamara su lugar, tal cual, un trono real, y con toda su razón por que la noche es majestuosa y hermosa, es hilarante su belleza, con sus tonos perturbantes incluso escalofriantes, con sus aromas inciertos llenos de gente tambaleante, quizás porque tienen sueño o porque el tiempo avisa su final. Es radiante mientras en mis pensamientos pregunto ¿por qué muchos prefieren el día si la noche es mucho mejor? El mundo está mal, porque acaso ¿quién se inventó que la noche es para descansar? Para darle la espalda y evadir su realidad, ¿quién en su cruel cordura ideo que dormir en la noche es mucho mejor? Sólo me queda una conclusión, porque la noche es oscura y los miedos se alzan con proclamación. Por eso es que a veces admiro a esas personas que sin más salen a disfrutar con un poco de marihuana y alcohol, entre la noche bailan sin ninguna condición, disfrutan de la falta de bullicio en cada rincón y de darle vida a algún lugar que necesite de un poco de rumba para cambiar su forma de contemplación, mientras yo en algún rincón de la ciudad muy probablemente desde mi colchón, admiro el firmamento oscuro con miles de puntos blancos en sincronización, con la música en alto, un poco de soul, blues y folk entono mi habitación para darle vida a las noches tal vez con un poco de fornicación, ¿por qué no?, a la luz de la luna, con suavidad entre sus llanuras, con agresividad en sus comisuras, es la noche, sí señor, la noche y su calma, heterea relajación, es casi como medicina que alivia la razón, ¡porque momento ideal para pensar no hay mejor!, pues, el silencio es agudo y los pocos ruidos que se escuchan ayudan a la concentración, son provocados por el viento que entra a mi habitación, me provoca un escalofrío, ideal para sentirme vivo, ¿cómo no?, si se asemeja al hombre, oscuro y sin atajos, como un llamado a la desesperación. Es así la noche, sus tonos y colores. Sus cambios y alteraciones, su bendición que procede del mismo sol, poseedora de un dios, la luna y su halo de esplendor, amarillo con morado, amarillo con rosado, bueno, eso ya depende de su agrado. Su oscuridad es penetrante, aunque, en realidad eso no es más que pura perfección, porque es tan natural, como decir que la tierra gira alrededor del sol. Esa es la noche, si señor.   

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